Quiero oír tu voz. Lo quiero tanto. Solo escucharte conversar, no importa que cosa. Entonces voy a cerrar los ojos manteniendo los párpados abiertos y a imaginar tu piel; su color, su textura, ese delicioso olor que expele por los poros, pero por sobre todo su infinita calidez (tu sabes lo friolenta que soy). De golpe mi fantasía desaparece porque ya no hablas. Supongo que mis apremiantes monosílabos de asombro o interés que sin ninguna concentración mi cuerpo (en piloto automático) emitía no fueron suficientemente verosímiles para mantenerte conversando.
Abro los ojos que nunca cerré excepto para pestañar y ajusto un poco la vista que se nota un poco nublada, como dormida. Ahí te veo; full color, sonrisa perfecta, soncarrona, puede que juguetona, nunca feliz del todo, quizá tenga algo que ver con tus ojos.
Sabes? Soñé que te besaba. No, mas bien tu me besabas a mí; o al menos lo intentabas muy de cerca. Incluso me decías que habías intentado controlar lo que sentías desde hace más de un año, pero que ya no no podías más. Obviamente con muchas menos palabras, tan fantasiosos mis sueños no son, pero así lo entendí yo. No dije nada, era tan magnético que las palabras siquiera cruzaron por mi mente. Sentía la atracción, la sangre corriendo a mil por mis venas, la temperatura... era todo tan orgánico, estaba tan cerca, mi cuerpo me arrastraba hacia ti con una fuerza sobrenatural... y algo en mi cabeza cliqueo, movió mecánicamente la cabeza hacia el hombro derecho, dijo no. No puede hacerlo. Siempre pensé que no me costaría nada. Que podría hacerlo: a sangre fría, sin remordimientos. Sin embargo no puede. Creo que ahí desperte.
Perdona lo mamona, no es así como debería ser. No hay que ser un genio para notar lo que pasa. Debería ser yo una tipa genial, interesante y sumamente divertida... hacerte reír. Pero en realidad esto soy, nunca he cambiado y la verdad siento mucho que joda todo esto que siquiera piense en empazar. Que amarre, revuelva y comprometa, de veras perdona.
No comments:
Post a Comment