Sabes? Venía en la carretera mirando por la ventana y empece a pensarte. Que rico que sería, que fueran ahora esos tiempos en que íbamos coordinando por textos a que hora por fin. Cuando llegar a casa era llegar ahí: a esas manos firmes a esos brazos estrujantes. Vamos entrando a la ciudad y se me aprieta la garganta, tengo sed, tengo algo en la guata. Voy pasando cerca de tu casa y pienso en abrir la puerta y rodar por la autopista. No tengo celular ni plata, pero no importa. Voy a correr y voy a encontrar tu casa. Voy a esconderme en tu pieza sin que nadie me vea hasta que te acuestes y me voy a acostar a tu lado cuando te duermas. Cómo voy a aguantar, la idea de no tenerte más pegadito a mi espalda, de no escuchar más que ni enojado me dices por mi nombre, esa fuerza con que me agarras, esa fuerza... Qué fácil sería, que beso más cargado de ansias, que manos... Y que tonta. Que tonta que loca. Creerte el discurso floriturado, creerte la performance calculística. Que ridícula. Es que la carne es débil por la cresta! El cerebro lo tengo débil, los labios, las piernas. Que tonta! Que estúpida pensar que te podía importar, que casi me morí, que la tierra se abrió y me tragó, que pensé que era verdad que tuviste ese sueño, mi sueño. La tierra se abrió y me tragó y no estabas conmigo. Y te dio lo mismo. Y ni siquiera te acordaste de las conversaciones en voz bajita, de la propuesta más decente de todas entre todas la indecencias, de ese verano sin fotos. De la luz azul que cae en mi cocina después de las doce. De mi boca en tu mano.
Que tonta pensé en llamarte y en contarte. Decirte "Hola, casi me morí, dame un lugarcito entre tus brazos" "Hola casi me morí, te importa?" "Hola casi me morí, te necesito" "Hola". Yo querría saber. Yo quería saber. Ya no.
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