A veces me pongo muy tonta. Que la honestidad la honestidad la honestidad. Que no importa que estés haciendo si estás siendo honesta contigo misma. Y con los demás bueno. Pero a veces agarro una hache minúscula como caballera de justas y termina ensartada en tu ojo. Te dejo cegado de honestidad y qué? No es mejor o peor que cegado de dolor, cegado de traición, cegado viendo todo rojo porque la sangre no es más que sangre. Entonces de que me vale el egoísmo honesto de decir la verdad la verdad la verdad. Que me gustaría estar contigo comiendo pizza de un cartón en el suelo, en un departamento vacío que acabamos de pintar, que estás contento contento y quiero estamparte en el suelo a besos. Es que a veces eres tan grande. Y nada yo soy caballito de victoria, pongo una meta y le doy para adelante sin parar por nada. Voy a seguir hasta que me de el cuerpo, hasta que no se me esfume. Voy a seguir para que el dolor nos valga la pena. Para decir que lo intenté. Pero si pudiera no extrañarte tanto. Hacer de tripas corazón. No pensar dónde estarás durmiendo y que me quite el sueño. Pensar en que te pongas patudo con otra persona. Y es que soy tan egoísta por la cresta! Y tan niña y me dan retorcijones y quiero vomitar de solo pensarlo. Y es que mi honestidad no es suficiente, es mediocre y me estoy escondiendo. Tengo que salir de aquí antes de volverme loca. Sacarte de mi cuerpo con estertores de adicto y aprender a caminar de nuevo. A hablar y a dar los besos que daba antes de aprender tus besos. Nuestros besos. No pensar en nuestro patio chiquito a la luz de la luna con un perrito peludo que duerme y nos mira. No te vayas tan tarde, no te vayas. O vienes llegando? Te queda bonita la luz de luna. Shhh déjame soñar que no estoy soñando un ratito más, miénteme y dime que te da lo mismo.
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