"¡Courage mes enfants! ¡Courage!" - así nos gritaba Madame cada vez que íbamos a salir a escena. Courage. Como si fuéramos a salir al naufragio mismo de ese barco de madera que cedía en el medio de la tormenta, que escuchábamos en la música. Courage. Poner el cuerpo al agua, a las balas, al suelo pegajoso de la cárcel. Poner el cuerpo a una ciudad de locos en dónde no hay nadie conocido. Las ratitas del metro me parecen más felices. No te vi en los libros ni en las calles, no te vi en los parques interminables ni en los museos con gatitos animados, no te vi y a mi pecho no le pasaba nada. Courage. Asumir, subsistir, dar el paso. Mirar lo que quedaba de ti con distancia y con el rictus dormido. Numb. Ya nada me podía asombrar. Vagabunda y errante. Courage. No sentir es ser cobarde, ser cool, chill out. Yo no quiero nunca ser cool. Yo no quiero nunca ser cool! Voy corriendo como Rocky por unas escaleras interminables y el frío me arde en la cara. Tú no existes.
Despertar de esta pesadilla/sueño y sorprenderse sabiendo que para llegar a la 86E de la línea verde más vale hacer combinación en Fulton y tomar la 4 o la 5 (no la 6), es lo más surrealista. Recuerdos de meses de cereal con canela y pancakes incrustados en mis piernas. Courage. La esquizofrenia de estar donde mismo, comer lo mismo, dormir donde mismo. Tiemblo de realidades consumidas, tengo caña de realidad. Arriba de mi cabeza cuelga tu foto. Pena sin pena. Tardo meses en volver a sentir. Y entonces no tengo courage. Me quedo suspendida en el vacío. Maestra dame coraje para dar pasos completos. No me queda sangre y sin embargo sigo aquí, mis mejillas rosadas, mis cejas más cerca de mis ojos. No me puedo bañar la experiencia, ese es el truco de la vida. Coraje para soltar la mano que amo y confiar. Caer y no caer. Descubrir que los misterios no son tales o que el único misterio es que el puente que construimos para salvarnos no nos estaba salvando de nada. Y ese descubrimiento es como resucitar de un coma con un electroshock. Llorar y llorar como cuando se te muere Dios. No hay Dios, no hay infierno, no hay ni arriba ni abajo. Maestra dame coraje para darle la espalda a mi destino con firmeza, para caminar por encima de mi fuego propio. Y con el resquicio de fe que me queda pensar que voy a volver un día, lista ya, a donde pertenezco.
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