Sunday, April 02, 2006

Pesadilla

Hay veces que me siento andar a través de un cárcel;
-voy por un corredor, hace frío, tengo miedo, curiosidad, pero la densidad del concreto no cede y no deja que nada atraviese, que nada sienta.
Pienso en el futuro, que vendrá luego.
Pronto aparece otra celda, otro mundo por descubrir, siento como la puerta se cierra con llave tras de mi.
Este pasillo es más estrecho, algo me indica que ya no hay vuelta atrás, los ladrillos son más pequeños y las reja más fina.
Camino y camino. Sé que pronto sobrevendrán otras rejas; otras rejas que me limitaran más, y otras más y otras.
Pienso en el futuro, en que vendrá luego.
Tal vez- imagino- llegará un punto en que no haya más y estaré contra la pared con una reja incrustada en mis espaldas, como un mapa grabado a fuego de todo lo malvivido.
Otras tantas creo que esto será algo infinito, que en un proceso lentísimo los ladrillos ya como agujas se irán adaptando a mi cuerpo como en aquella arte oriental y deseo fervientemente quedarme así, en ese molde por siempre; pero ahí está , cuando se entierra una sale otra y esa otra a otras tantas y sea cual sea la materia de la que este compuesta cambia, escapa, huye. Desearía ser una muñeca de porcelana, ceñida a su molde, con una vida planeada a la que no pueden ni quieren negarse, que no desean ni rechazan solo viven; haber jugado con barbies, gustado el rosa y entrado al equipo de porristas; ser parte del llamado promedio.
Pero en el fondo lo sé. Siempre lo he sabido.
Malvivida, usada, loca, arrepintiéndome de la vida que no me atreví a vivir; de todas las puertas que deje cerrase tras de mí sin darme cuenta, de como me convertí en una vieja amargada, como cree en otros y de otros una imagen falsa: porque las puertas no son sino decisiones, tomadas o no tomadas, hechos, realizados y no realizados que se pegan a mi como sanguijuelas a la sangre, que me moldean y trasforman en algo que no quiero ser.
Hay estaré yo, renegando por la vida que no me atreví a vivir, los sentimientos que no me atreví a sentir, las palabras que no pronuncie y los besos que no di.


Entonces despierto, suspiro aliviada por una fracción de segundo antes de levantarme de golpe abrir el cajón y acción seguida tomo la navaja; En ese momento miro a mi alrededor, mis sábanas rayadas, mi cubre cama rosa, el dosel y el fono de perrito, desde la repisa Sebastián de felpa me mira va a haber que echarlo al lavado, pienso. 
Y es que estoy tan cansada de que todo este "técnicamente" bien; buena chica, buenas notas, algunos amigos, estudiosa y culta tan cansada de que todos tengan una opinión de mi, de que nadie pueda ser parcial o aceptarme tal como soy.
Abro mi mano dejando caer la blanca, asustada, vuelvo a la cama tratando de recordar porqué estaba tan agitada; hay pesco mi diario y escribo la fecha: Marzo 3. Mi lápiz se balancea pensando mientras yo solo logro garabatear tímidamente: Tuve una pesadilla.