Thursday, March 05, 2020

Octubre

Yo nunca le tuve mucha fe a este país. La historia ya nos había pasado por encima. Yo soy una millennial pesimista que salía a marchar como un saludos a la bandera, a la memoria de todos nuestros caídos, nuestros muertos color ceniciento. 
Cantábamos las canciones que nuestros papás cantaban en dictadura con los ojos llenos de lágrimas. Como por religión: Aprender a ser de izquierda como credo. 
Replicamos lo que nos enseñaron con un poco y un poco de miedo en la boca que no era de nosotros, pero siempre con sabor a derrota. No se cansaron de repetirnos Son unos privilegiados, pueden hacer lo que quieran (pero el capitalismo ya ganó). 
Un día viernes salí en bicicleta y me encontré con todo el mundo en la calle. Me costó creer que el automovilista tocaba la bocina por el alza del metro. Y las cacerolas desde los edificios después en las esquinas. Y al llegar a Vicuña un mar de personas gritando por Dignidad. 
Santiago arde. Y hoy siento una llama en el pecho de la que sólo he oído cuentos. Yo que pensaba que había nacido muerta. 
Santiago arde y yo siento que podemos tirarlo todo a la barricada y nacer de nuevo desde el fuego. 
Éramos caleta y no nos dimos cuenta. Y hoy todo parece posible.
Hoy me siento feliz de ser parte de un pueblo que grita y que clama. Por primera vez siento que mi existencia aquí y ahora cobra sentido.
Piso el cemento con más fuerza porque el pueblo está en la calle. No tengo miedo.
Santiago arde y mi ciudad se ve hermosa en llamas. Mi ciudad sin autos y con cánticos que resuenan en las grandes alamedas. Las mismas que insisten en cerrar, pero que el pueblo libre vuelve a arrollar. Es la historia de mi país y qué vamos a hacer para cambiarla.

21 de octubre 2019

Wednesday, March 04, 2020

7.8.18

Y que importa si mis palabras son tan grandes como catedrales esto lo puedo hacer solo contigo. No, miento, pero lo quiero hacer solo contigo. Solo contigo y para siempre. Vivir encontrando unos versos escondidos, pensando en buscar el gesto exacto que te haga reventar de gozo, la maniobra perfecta que te haga explotar de placer. Quiero ponerte bombas en todo el cuerpo mi amor. Te quiero hacer estallar. Pero más quiero ponerte bombas en el alma. Un, dos, tres, quiero hacerte estallar. Destrozar todo lo que te hace daño, liberarte, liberar tu alma porfin. Botar todos los muros y hacerle espacio a la felicidad que está acá al frente mirándote en los ojos. Cobardes son los versos que se escriben pasado la medianoche con la luz apagada. Como quisiera que fueran una sentida carta escrita a mano que llegara a tu puerta. Como quisiera que tu mano abriera la carta que cerré con mi mano, que durmió junto a mi pecho. Quizás algún día nos dejaremos de usar como recurso literario para arrojarnos uno contra otro con la volubilidad del cuerpo, sin la fineza del arquitecto de las palabras exactas, airosas y claras. Uf. Confío en ti como un pedazo de mi alma y no tienes ni idea.