Sunday, March 25, 2018

Rata blanca


A veces te odio tanto pero tanto tanto que me gustaría escuchar en sonido de tu corazón quebrándose una y otra vez en un loop de audio.

Tanto tanto que me gustaría trazar estrategias para atraparte como una rata de laboratorio que sigue los quesitos de un niño que le hizo un laberinto en una caja de Chocapic. Sigue los quesitos hasta llegar al centro en donde queda atrapada y libera una lluvia de alfileres de cabeza tornasol que atraviesan todo su cuerpo, un tras otro furiosos haciendo correr la sangre roja que empapa y mancha su pelo blanco. Sangre roja como tus putas rojas mejillas en tu blanca piel.

Tanto te odio a veces que se me aprietan los dientes, se me vuelven fuego los ojos y el corazón se me acelera cada vez que te pienso. Me envenenan pensamientos terribles y me entran unas ganas incontrolables de ser una hija de puta. Te juro, no se si a todos les pasa, me gustaría ser una cabrona apropósito, no por casualidad y pidiendo perdón perdón. Me gustaría desubicarme y cagarte todísima la onda y que me importara una raja.

Tanto así te odio de tanto en tanto. Porque me deja desarmada, porque me quita las palabras, cuando no entiendo quién soy. Soy papel blanco volando a la deriva. Porque me mareo y me doy cuenta que quizás soy la única que visita la sala de cine que nos tiene en rotativo. Este cuerpo tiene cicatrices nuevas y ojos llenos de un color rosado furioso. Se empieza a sentir como un sueño y el sueño es un asteroide que va directo a la tierra, que vemos venir lentito pero ya hizo explosión hace tiempo.